viernes, 17 de octubre de 2008

LOS MAESTROS Y LOS DISCIPULOS

Los maestros son egoístas. Tanto aprendieron que ahora sufren y quieren enseñar a sus discípulos para compartir la carga. Cierta envidia los corroe por dentro. Una tarde, dicen los vencedores escribanos, que se encontraron al maestro y a su discípulo a orillas de un gran río. El maestro, como todos los maestros, infundía respeto y silencio.
El discípulo lleno de vida, contemplaba con ojos cristalinos y mirada aguda a aquel personaje que llamaban maestro.
El discípulo le preguntó al maestro:

Maestro : ¿La sabiduría, los años y las experiencias de la vida, te ayudan a encontrar el verdadero camino hacia la felicidad?

Pasaron varios minutos y no había respuesta alguna del erudito. Jamás respondió a esa pregunta y los escribanos de la zona, luego de enterrarlo con los honores de maestro, le escribieron en su tumba, el epitafio siguiente:
El gran maestro murió de envidia. Nunca más se supo del discípulo que le hizo la pregunta aquella.
Unos dicen que la última vez fue visto en el río bañándose desnudo con las jovenzuelas, otros dicen que hoy es funcionario, otros que banquero y hay quien dice que se graduó de ingeniero, luego de haber sido un gran comerciante.

La última versión reza que el discípulo emigró a América y vivió gran parte de su vida por esas tierras. Simplemente vivió la vida y hoy lo asocian con una tumba solitaria que está cerca del Pentágono, cuyo epitafio reza lo siguiente:

- La Felicidad nada tiene que ver con La Sabiduría ni con El Conocimiento -

En muchas circunstancias, el mayor conocimiento adquirido, con el pasar de los años, nos aleja de poder encontrar la felicidad. La sabiduría despierta el sentido de poder evaluar más crudamente las injusticias, los temores y la ausencia de equidad.

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